“Má, ¿sabías que se puede cambiar de género?”, pregunta Julián a sus 9 años a su mamá, Julia, desde el asiento trasero de su auto mientras viajan de la escuela a casa. Una compañerita llevó un cuento con perspectiva de género a una clase de filosofía y, tras las revelaciones que tuvo con esa lectura, el niño no aguanta a llegar a su hogar para hablar al respecto con su mamá. Julián todavía no se llama Julián.
En un contexto sociopolítico que pone en duda la importancia de la Educación Sexual Integral -señalada como adoctrinamiento por figuras de la derecha gobernante-, Julián es la prueba viviente de la importancia de hablar de diversidades sexogenéricas en las escuelas. Lejos de sentirse adoctrinado, el niño encontró ese día un nombre para verbalizar lo que le pasaba y se enteró que no era el único en el mundo que era así: no era un extraterrestre.
Julia Álvarez Dachdje publica este año su libro Decime Julián, sobre el proceso de transición de género de su hijo, que hoy ya es un adolescente de 15 años. En diálogo con El Destape Web, la platense reflexiona sobre la decisión de publicar ese material, relata cómo es acompañar a un niño trans en su crecimiento y habla sobre la red de padres de infancias disidentes que se acompañan como familia.
“Clarita quedó ahí, a los nueve años”
“Yo nunca había pensado algo así, nunca nunca. Y ahí empezaron todos los cambios que él fue demandando”, cuenta Julia sobre la revelación que le hizo su hijo ese día cuando llegaron a su casa: quería vivir como un varón. “No es que él lo pensaba y no se animaba a decírmelo: ni bien escuchó ese cuento y supo lo que le pasaba, me lo dijo”.
Ese día del 2018 hubo un quiebre en la familia de Julia y Julián. Una etapa quedaba inevitablemente atrás para nunca más volver: todas las proyecciones que cualquier mamá de una nena haría sobre el futuro de su hija. “Al principio uno la extraña, siente que no está, y después cuando pasa el tiempo es como cualquier otro duelo. Cobró protagonismo Julián y Clarita es como que quedó ahí, a los nueve años”.
Julia decidió exponer el nombre de nacimiento de su hijo en su libro, con el permiso del ya adolescente Julián, y explica que creyó pertinente nombrar a Clarita en pos de un relato más contundente de la vida del niño antes de sus nueve años. “Él estaba de acuerdo con ponerlo: no es una persona que niegue su pasado, así que no tuvo problema en eso”, asegura.
"Lo miro y es Julián, ya está"
Acostumbrarse al nuevo nombre de su hijo no fue fácil para Julia, algunas veces se confundía y lo trataba en femenino al igual que el resto de su círculo de personas. “Él tuvo paciencia con eso, pero fue al principio nada más. Ya no pasa más. Yo lo miro y es Julián, ya está”, cuenta. Y añade: “Costó acostumbrarse porque una como mamá le puso un nombre pensando que era para toda la vida, entonces es un cimbronazo”.
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“El corte de pelo fue muy importante para él, no me chocó en lo más mínimo. Pero sí fue muy difícil la cuestión de la vestimenta, que es algo re simple y supuestamente la ropa no tiene género. Sin embargo, quitar toda la ropa, que ahora tenía que ser otra, es raro, pero nada que me haya costado demasiado”, señala Julia, mamá que puso en segundo plano a sus prejuicios y sus miedos para darle a su hijo la libertad que necesitaba para ser.
Ni bien comenzó la transición de Julián, su madre veía el futuro de su hijo ligado a su realidad trans, pero el tiempo hizo lo suyo y ahora imagina a su hijo adulto como a cualquier otro hombre. “Él es varón y hace la vida de un varón, lo que uno dice “de varón”, ¿no?. Pero él vive como se autopercibe. Es tan simple como eso. No hay un rollo atrás de estar pensando qué va a pasar con esto, qué va a pasar con aquello. Todo va fluyendo y se va dando naturalmente”, relata la escritora.
La diversidad de género y, sobre todo, las infancias trans eran para Julia un mundo lejano sobre el que nunca se había detenido. Antes del día que Julián le hizo saber su realidad, su contacto con el mundo queer era nulo. “A partir de lo que pasó, me empecé a interiorizar y a conocer a personas trans adultas, empecé a escuchar historias y a empatizar con esas personas, que algunas tuvieron una infancia acompañadas y otras no. Llegó a ser un tema en mi vida, en mi cotidianidad”, relata Álvarez Dachdje.
"Es un adolescente más"
“Él está re pleno. Tiene la vida de, no me animo a decir cualquier adolescente porque todos los casos son distintos, pero es un adolescente más. No tiene cuestiones extra por ser trans”, celebra Julia al hablar de la naturalidad con la que Julián vive su transexualidad, en gran parte gracias a los derechos que la Ley de Identidad de Género (2012) le dio a esa población. En este aspecto, la madre de dos se refiere al triunfo de la ultraderecha en las últimas elecciones presidenciales y revela cómo es tener un hijo trans cuando La Libertad Avanza es la fórmula política líder a nivel nacional.
“Yo miedo no tengo. Estoy bastante tranquila, ya sabemos el gobierno que tenemos, no nos podemos sorprender”, analiza la mamá de Julián. Y hace hincapié en no entrar en pánico antes de tiempo: “En el caso de que se corten los tratamientos hormonales, que no se permita que a las personas las llamen por el nombre autopercibido, ahí tendremos que ver de qué manera y con qué herramientas luchar contra eso. Pero, por los discursos del odio, no tengo miedo ni me pongo mal. No reacciono contra eso. Estoy tranquila”.
“No quedó el precedente”
Muchas veces el primer caso de una situación diferente sirve para allanar el camino a las que vendrán en el futuro: Julián fue el primer niño trans de su escuela y así tuvo que crearse una nueva dinámica adaptada a su realidad, cuando comenzó su transición. A pesar de esto, Julia lamenta que no haya habido cambios de base en la institución educativa: “Fue con bastante buena voluntad pero muy poco conocimiento del tema. No quedó el precedente. Si tenía que usar el baño de discapacitados o de profesores, va a seguir siendo así para una persona trans que curse en el futuro. No logramos que haya baño universal y esas cosas. Cuesta un montón”.
“Necesitaba personas que me den una mano”
Julia se contacta en 2018 con la gente de Crianzas Disidentes, un grupo de padres de niños y adolescentes trans que se acompañan en el proceso de manera colectiva. “Nos juntábamos todas las semanas y nos acompañábamos un montón. Ningún padre iba solo a la escuela a hablar, íbamos varias mamás también en representación del grupo. Nos fuimos apoyando así porque también teníamos cuestiones en las escuelas como el baño, el nombre, los deportes en Educación Física”, relata la escritora.
Ahora, dada su exposición, Julia es faro para muchas mamás y papás que acompañan a sus hijos infantes en sus procesos de transición: después de haber leído su libro, muchos le escriben para tener una orientación en el incierto proceso que viven. “Me parece súper importante estar en contacto, hacer redes y por eso tenemos un grupo de WhatsApp que es nacional y ahí nos ponemos en contacto todos, nos pasamos información y compartimos cosas personales también”.