En el corazón de Recoleta, un barrio que combina la elegancia clásica con el pulso contemporáneo de Buenos Aires, se encuentra una parrilla que redefine la experiencia gastronómica argentina. Este lugar, oculto en el subsuelo de un hotel boutique, es un tesoro escondido que te invita a sumergirte en un ambiente sofisticado y moderno, donde la tradición y la innovación se encuentran en cada plato. Si no sabés qué hacer este próximo fin de semana, tenemos el plan perfecto para recomendarte con este exclusivo lugar que no te podés perder.
Rufino: la parrilla en un subsuelo de Buenos Aires que es un éxito
Casi como si se tratara de un speakeasy, la parrilla Rufino (Av. Pres. Manuel Quintana 465) se descubre en el subsuelo del hotel boutique Mío Buenos Aires de Recoleta. Su propuesta rinde tributo a la cocina argentina y la lleva a otro nivel, nutriéndose de recetas tradicionales y sabores típicos sobre los que se aplican técnicas de vanguardia y originales combinaciones de sabor, con guiños de vanguardia, que acompañan con una cuidada oferta de vinos y cócteles.
Tras bajar unas escaleras, un salón de diseño moderno y sofisticado, con elementos en madera y hierro, recibe a los comensales para vivir una experiencia diferente. El espacio se divide en una barra con sillas altas, un sector con mesas bajas para dos o cuatro personas y boxes que ofrecen mayor intimidad.
Leo Lanussol y Ariel Argomaniz están detrás del menú: dos cocineros con experiencia en las mejores cocinas de Europa y de gran rodaje en la escena local. Ellos fueron los encargados de fusionar aspectos tradicionales de nuestra cocina con nuevas tendencias y toques personales e innovadores. De esta forma, lograron platos que sorprenden al paladar con alguna “vuelta de rosca” en sus sabores y presentaciones.
¿Qué se puede comer en Rufino?
En la carta, carnes y vegetales son protagonistas por igual. Algunas opciones favoritas son los hongos a la chapa con espinacas y almendras tostadas; la morcilla acompañada de un chucrut de repollo con pasas de arándanos y nueces, y un chutney de tomate y manzana; la coliflor asada con yogurt, hierbas y alcaparras; y el ojo de bife a la parrilla con manteca de chimichurri y ajo. El final dulce lo abandera un cremoso de chocolate con cristales de sal marina patagónica y crocante de frutos secos.
Su carta de bebidas luce vinos ordenados por intensidad, de ligeros a intensos, que invitan a viajar por distintas regiones y terruños del país. Además, su coctelería de autor propone espirituosas combinadas con frutas tropicales y cítricas, almíbares artesanales y gaseosas naturales, como el Rufina que reúne ron, mix de cítricos, maracuyá, frutos rojos y soda.