El 18 de enero de 2020, el país entero se vio conmocionado con una noticia que llegó procedente de Villa Gesell: una patota de rugbiers atacó a Fernando Báez Sosa a la salida de un boliche y lo golpearon hasta ocasionarle la muerte. A la espera de que se inicie el juicio, en el que hay ocho imputados y dos involucrados en la causa, El Destape dialogó con Ornella Cesare, psicóloga UBA. MN 72092 que realizó una radiografía del aspecto psicológicos de un rugbier.
La psicóloga brindó un testimonio en el que puso en jaque al deporte que más se jacta en enaltecer los valores del compañerismo, la valentía, la solidaridad, el respeto y el juego en equipo. El rugby y sus mensajes violentos quedaron al descubierto tras el crimen de Fernando, a quien hoy miles de personas recuerdan para reclamar justicia.
- ¿Por qué el rugby es un deporte violento?
"El rugby es considerado un deporte violento, ya que de por sí es un deporte de contacto, que exige superioridad física dentro de la cancha. La fuerza y la resistencia son premiadas, por eso la violencia dentro del partido es moneda corriente. La dificultad se presenta cuando esto se replica fuera de la situación de juego".
- ¿Por qué no vemos eso en otros deportes?
"No vemos eso en otros deportes porque los códigos del rugby son diferentes. Si bien el fútbol también es un deporte de contacto, la forma de vincularse es diferente entre los jugadores. Se construye socialmente de otra manera. El rugby fomenta la construcción grupal. El equipo se vuelve un lugar de pertenencia".
- ¿Cuánto hay de la violencia en grupo para demostrar poder?
"El grupo se vuelve una entidad. ¿Qué quiero decir? Si lo miramos desde afuera, esa construcción grupal oprime de alguna manera la subjetividad de cada individuo, que pertenece a la misma. Se sienten poderosos en grupo. Probablemente, estando solos, no responderían de la misma manera".
- ¿Qué buscan precisamente?
"Analizando particularmente la adolescencia, el hecho de 'ser parte de...', se vuelve estructurante. '¿Quién soy?', se construye basado en el grupo al que pertenezco. Buscan la aprobación, principalmente de su propio grupo. 'Soy más fuerte' es igual a 'Me gano o reafirmo un lugar en el equipo'".
- ¿Tiene que ver con la clase social?
"La clase social sí influye. Es un deporte elitista. No cualquiera es rugbier. Hace unos años era inaccesible el hecho de poder practicarlo en si no era en un club de renombre. Si bien eso cambió y hay muchos clubes de barrio que lo practican, la mirada sobre estos es diferente. Se ven como clubes inferiores".
- Muchas veces, esa violencia sucede externamente, pero también internamente. Son extensos los testimonios de rituales de iniciación, de bienvenidas a nuevos equipos, en los que la violencia está latente incluso entre ellos, a modo de broma. ¿Se divierten siendo violentos?
"La violencia también se refleja en esto: en excluir al diferente, al que no pertenece. Marcar esta diferencia los pone en un lugar de privilegio. Se vuelve en un 'nosotros' contra 'el diferente'".
"La violencia no sucede sólo de manera extenera sino que también se visibiliza dentro del equipo. Los rituales de iniciación son considerados como algo positivo. A través de la violencia y la humillación, el iniciado demuestra que merece un lugar. De la misma manera, los iniciadores reafirman su poder y lugar en el equipo. La violencia se vuelve una manera de vincularse entre ellos".