Abel Pintos se casó con Mora Calabrese de forma extremadamente íntima y con muy pocos invitados. Primero, habían hecho una pequeña celebración en Chaco, Resistencia, y más tarde celebraron su unión por Iglesia en Cañuelas, Provincia de Buenos Aires. Después de eso, se fueron a festejar a la Estancia Villa María de Máximo Paz. El evento fue bastante reservado: a la Iglesia solo fueron cuatro personas y a la fiesta no más de cien.
El único famoso que estuvo presente en la estancia fue Jairo, que cantó el Ave María. El festejo se hizo al aire libre, aprovechando que el lugar cuenta con un bosque de más de 70 hectáreas, un lago y un pasiaje muy verde, lleno de pinos. En las fotos, aparece Mora con su vestido blanco al lado de Abel, que llevó un traje negro clásico.
“Es romántica la situación, y muy emocionante, pero realmente fue todo muy sencillo”, expresó el artista. La estancia que eligieron cuenta con una capacidad máxima de cien personas, lo cual probablemente les vino muy bien, ya que buscaban generar un clima de intimidad, junto con sus seres queridos más cercanos. Además de ese enorme espacio al aire libre, el edificio, fundado en 1900 y que ahora se alquila para eventos sociales, cuenta con un bar, un salón privado, un restaurente gourmet y 11 habitaciones.
¿Cómo fue el casamiento por Iglesia de Abel Pintos y Mora Calabrese?
Para este importante día, Pintos le pidió a un amigo muy cercano, el padre Maros, que fuese él quien los case. Para esto, el sacerdote viajó desde Córdoba y ellos tuvieron que modificar sus planes y atrasar la ceremonia. El padre Ramón también estuvo presente en el casamiento y contó algunos detalles para Info Cañuelas.
“Me pareció una experiencia muy agradable y si bien no me encargué de la ceremonia, me quedé allí para colaborar y garantizar que se respetara la privacidad. Al final los saludé, les deseé de corazón que sean felices. Los dos me parecieron muy amables y sencillos”, expresó. “Cuando hablé con el padre Marcos me pidió las reservas del caso porque al ser personas tan populares y mediáticas, querían una ceremonia íntima. Me pareció excelente porque un acontecimiento de esta naturaleza debe experimentar y vivir en la intimidad. No debe ser un espectáculo. Tener la Iglesia llena de cámaras le quitaría esa intimidad que la pareja necesita para vivir el momento”.