Entre actores y directores de teatro Raúl Biaggioni es el “Tano” aunque toda la generación que creció en los ‘90 lo tiene como Larry de Clay, seudónimo que se ganó en VideoMatch, programa de televisión conducido por Marcelo Tinelli y que hacía referencia a los rulos de su juventud que lo hacían parecido a uno de los tres chiflados. En dicho programa forjó una extensa trayectoria como humorista, pero su pasión no son las cámaras ocultas sino el teatro, la dirección y la actuación. En Cyrano de Bergerac, la adaptación de Willy Landin de la obra de Edmond Rostand, comparte escenario con “El Puma” Goity y cumple su sueño de estar en las tablas representando a Montfleury, su personaje, un actor fracasado que tiene tiene un feroz cruce con Cyrano en el primer acto.
- ¿A Cyrano llegás por “El Puma” Goity?
Sí, fue él quien me llamó porque había un personaje para mí en la obra. Con “El Puma” nos conocemos desde hace más de 40 años y así como trabajar en Cyrano fue su sueño durante más de 40 años, el mío era estar algún día en el Teatro San Martín y en la sala Martín Coronado.
El personaje que hago, Montfleury, está íntimamente relacionado con la comedia y como yo me dedico al humor me resultó un desafío no hacer una caracterización humorística. Yo podría hacer un Montfleury mucho más divertido para que la gente se mate de la risa, pero no estaría siendo fiel al texto y a la puesta de Willy Landin que se ciñe a la comedia clásica.
- Los que te tienen de la televisión se sorprenden por esta faceta artística
Yo lo vivo fantástico, pero también entiendo cómo es el juego. Ya pasé por tener que explicar mi relación estrecha con la política y la militancia peronista ante todos los que se hacían los sorprendidos. Con el humor me pasa algo parecido. La gente me tiene por mi trabajo como humorista pero yo soy actor. En el año ‘75 empecé con 14 años a estudiar y hacer cosas en teatro, pero bueno… es lógico que la gente me tenga identificado con Tinelli.
- ¿Cómo te decidiste a ser actor?
Cuando era pibe mi viejo laburaba en la Ford y me quería mandar a una escuela industrial de altísimo nivel, para la que había que preparar un examen que no había manera de que lo aprobase, porque si bien me gustaba todo, matemáticas y física me eran difíciles, algo casi como entrar en la NASA. Justo coincidió con el año en que asumió la presidencia Cámpora y pude sortear el examen y entrar por sorteo. Por un lado creo que fue injusto, porque debía dar esa evaluación y si no era bueno no pasar, pero por otro lado, gracias a esa suerte, el universo me puso ahí para ver una obra de teatro de Dalmiro Sáenz en el primer año y fue entonces que decidí que quería ser actor.
Mis viejos no querían saber nada con la actuación. Papá no pensaba que pudiera vivir de esta profesión. “Casa y comida no te va a faltar, pero si vos querés ser actor andá a laburar”, me advirtió y eso hice. Me anoté en el Conservatorio, ingresé y empecé a seguir mis sueños. Egresé en 1983 y en el verano del ‘84 fui a ver al grande de David Stivel -que ya había vuelto del exilio como tantos artistas- a Mar del Plata para pedirle un consejo para la profesión. “Si querés vivir de la actuación nunca dejes de hacer algo que tenga que ver con el teatro. Si no actuás, dirigí, enseñá, pintá, hace vestuario, escribí”, fueron sus palabras. Eso fue lo que hice durante 20 años hasta que un día apareció la posibilidad de la televisión en VideoMatch.
- ¿Fue ese tu primer contacto con la televisión?
Sí. Fui aprendiendo, aunque al principio me costó adaptarme a la vorágine de estar al aire. En mi interior sabía que si hacía bien las cosas en VideoMatch, podía quedarme ahí y crecer. El primer año que estuve con Marcelo fue una locura: en ese tiempo tenía rulos y bigotes y hacíamos más de 30 puntos de rating con las cámaras ocultas.
Igual a Marcelo lo conocí personalmente a los tres meses del éxito de las cámaras ocultas, me lo crucé en un pasillo y le di la mano ¡tres meses después!… Hoy cambió todo y cualquiera ya tiene una selfie o lo contacta en las redes sociales.
- ¿Tinelli fue a verte al teatro?
No todavía. Ya vendrá cuando volvamos en febrero.
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El día que Favio lo eligió para actuar en cine y la peor cámara oculta de VideoMatch
- ¿Hiciste menos cosas de las que te hubiera gustado hacer en teatro por prejuicio de la industria del espectáculo?
No sentí prejuicios. Lo único que me fui enterando, después de casi 30 años trabajando con Marcelo, es que muchas veces había productores que habían pensado en mí para personajes, pero como sabían que arrancaba Tinelli no me los ofrecían. Nunca preguntaron porque daban por sentado que yo iba a seguir con él y en esa época probablemente hubiese sido así. Hoy, si tuviera que elegir -y hasta el mismo Marcelo lo sabe- entre el Bailando y el San Martín me quedo con el teatro porque es un sueño, una cuenta pendiente y una realización como artista. Por suerte, gracias a la producción puedo hacer las dos cosas.
- ¿Cómo fue la noche del debut?
Fue muy buena, a diferencia de mi primera cámara oculta en VideoMatch, que estaba como una roca y transpiraba por los nervios, y la vez que hice un casting para una película de Leonardo Favio.
- Necesito saber la historia que te unió a Leonardo Favio.
Por entonces tenía 30 años, Favio estaba haciendo Gatica y teníamos conocidos en común. Había mandado una foto para un casting y no pasaba nada hasta que recibí la llamada de un amigo. Este me comentó que faltaba un personaje y podía ser para mí, si me sacaba otra foto más presentable que la que había mandado, en la que estaba en Plaza de Mayo con unos rulos inmanejables.
Me corté el pelo y lo engominé, me puse saco y corbata y fui a un fotógrafo en Escobar para que me hiciera un retrato para Favio. “Total no voy a quedar”, pensé antes de mandarla. A los pocos días estaba en un estudio para que Favio me viera. Cuando entró al estudio para mí fue como ver a Perón. Me dijo que iba a ser el presentador de la pelea en el Luna Park y para hacerlo me inspiré en los Titanes en el Ring. “Va a ser un gusto trabajar con vos”, comentó Favio al final de la jornada. “Este tipo está loco”, pensé, es al revés, el gusto lo tenía yo (risas). La experiencia en Gatica fue fantástica. Me quedó pendiente hacer otra película bajo su dirección y no se dio, pero cuando me preguntan “¿qué hiciste en cine?”, respondo que con Gatica fue suficiente. Debut y despedida, ¿para qué más?
- La experiencia con Leonardo Favio debe haber tocado fibras de tu militancia peronista, ¿en qué situación encontrás hoy al movimiento?
Disgregado, pero el peronismo es como un rompecabezas: lo unís y ya está. Hay que volver a unirlo, Hay una doctrina, está todo hecho. Ya está todo inventado, solo queda volver a los principios de Perón. Pasa que se han hecho mal las cosas. El peronismo es dar trabajo, porque está relacionado con el movimiento obrero. No puede haber gobiernos peronistas con millones de personas en la pobreza y sin acceso a un laburo digno.
- ¿Qué cosas ya no estás dispuesto a hacer en el humor?
Hubo algunas cámaras ocultas que ya no se podrían hacer por los cambios en la sociedad. A mí no me asusta la cancelación en el género porque el humor es humor y a los cambios no les tenés que tener miedo. Está bueno no poder resistir un archivo porque es una demostración de que podés ir hacia atrás y analizar lo que ya no está bien. Eso es parte de crecer también.
La peor cámara oculta que hice para VideoMatch fue cuando nos pusimos en bolas como en la película The Full Monty frente a mujeres. Cuando me pidieron repetir lo mismo con modelos latinoamericanas puse un freno y dije basta. Al día siguiente de hacer el desnudo tuve que llevar a mis chicos al colegio y tenía mucha vergüenza por toda la situación, así que miraba para abajo y trataba de pasar desapercibido. Resulta que ese día de las 10 personas que había en la escuela, 8 eran mamás. Cuando dejé a mis hijos todas se pararon a decirme lo que las había hecho reír en esa cámara oculta. Esas cosas que ya no se pueden hacer más y te vas adaptando a todo. A mí me representan Sandrini, Marrone, Biondi, Cantinflas, soy fan de ese estilo de humor. Hay otros muchachos a los que se les complicó más el tema de aggiornarse a los nuevos tiempos.
- ¿Termina Cyrano y qué tenés ganas de hacer?
Mi gran sueño es poder hacer He visto a Dios, de Francisco Defilippis Novoa. Es un sainete con aires de grotesco, me encanta esa simbiosis de géneros. La voy a hacer, ¡ya lo decreté!
- Cyrano de Bergerac vuelve en febrero de 2024 al Teatro San Martín (Avenida Corrientes 1530, CABA).