Benjamín Vicuña le dedicó un emotivo texto a su hija Blanca, a diez años de su fallecimiento. El actor chileno relató cómo ha sido el proceso de duelo vivido en esta década y aseguró que la niña sigue presente en su corazón.
"Esta fecha quedó grabada en mi memoria, en mi piel y en la piel de la gente que amo. Esta fecha fue definitivamente un antes y un después en nuestras vidas. Una fecha con la que jamás podré reconciliarme", comenzó su descargo el exesposo de Carolina "Pampita" Ardohain, como pie de foto de un video en el que puede ver a Blanca saltar en una cama elástica con las risas de la modelo de fondo.
Vicuña demostró una vez más su sensación de enojo y desentendimiento hacia el destino por lo ocurrido con su primogénita. "Una fecha de mierda que eligió Dios para llevarse al primer gran amor de mi vida. Una fecha en la que ya nada me parece casual. Los septiembres grises cobran sentido", continuó el actor. Y sumó: "Se cumplen 10 años e intento cerrar un ciclo que comprende todos estos meses y todos estos años, todas las cartas, poemas y referencias con fotos tuyas, hija querida, que te fui escribiendo como una relación epistolar con el cielo".
"Diez años que pasaron volando, como tú sigues volando cerca nuestro. Diez años que comenzaron con la rabia, la negación la impotencia, más tarde la aceptación y luego la reconstrucción. El mismo Dios que te llevó, nos sostuvo, nos cuidó y hoy me regala vida, salud y nuevos desafíos", agregó el chileno. Y cerró: "Jamás voy a terminar de entender el por qué, pero sí puedo mirar al fondo de mi alma y estar seguro de que nos acompañamos más que nunca, que estás".
Benjamín Vicuña sobre su proceso de sanación
"Sin duda la amistad fue fundamental para poder salir de zonas oscuras y dolorosas. En lo personal, estos escritos, poemas abstractos y acciones que compartí públicamente, me hicieron bien, me ayudaron", escribió el padre de los hijos menores de Eugenia "La China" Suárez. Y agregó: "Cada uno de los comentarios que recibí, fueron como un silbido en medio de la niebla, como un cariño, un manto sagrado de protección y humanidad. Y eso, aunque parezca frívolo, me sirvió. Para empatizar, para tomar fuerzas, para transformarme inevitablemente en un pequeño referente de lucha y de dolor".