En la fecha de hoy se recuerda uno de los eventos más significativos de la historia reciente: el suicidio de Adolf Hitler en Berlín tras el ingreso de las tropas soviéticas a la capital alemana, un acto que marcó el final del régimen nazi y liberó a Alemania de uno de los dictadores más temidos y despiadados.
A lo largo de los años, se ha escrito mucho sobre la vida y las atrocidades de Hitler, pero hay aspectos de su vida menos conocidos que arrojan luz sobre su figura antes de convertirse en el infame líder del Tercer Reich. Uno de estos aspectos fue su intento fallido de convertirse en artista, un sueño que persiguió antes de su ascenso al poder.
¿Por qué fue rechazado Hitler en la Academia de Bellas Artes de Viena?
A la edad de 18 años, Hitler dejó su hogar en Linz con la esperanza de encontrar su destino en el arte. Viena, la resplandeciente capital del Imperio Austrohúngaro, parecía ser el escenario perfecto para que Hitler, libre de las expectativas paternas de una carrera como funcionario, buscara hacer realidad su ambición artística. Sin embargo, la realidad pronto se tornaría muy diferente de sus sueños.
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En 1907, Hitler experimentó su primer gran revés cuando la Academia de Bellas Artes de Viena le negó la entrada. Aunque había superado el examen preliminar, su habilidad en el dibujo fue juzgada como "insatisfactoria" por el comité de admisión. Este rechazo fue un golpe devastador para él, como describió más tarde en su manifiesto autobiográfico Mein Kampf, donde comparó la experiencia con un "rayo caído del cielo".
No dispuesto a renunciar a su sueño, Hitler se presentó nuevamente a la academia en el otoño de 1908, solo para ser rechazado una vez más. Durante el año siguiente, su vida se tornó aún más precaria, moviéndose entre habitaciones alquiladas a bajo coste y, por un tiempo, viviendo en un albergue para personas sin hogar.
El pasado cómo artista de Hitler: qué pasó con sus pinturas
Para mantenerse a flote, comenzó a pintar pequeñas obras, principalmente acuarelas y pinturas al óleo de edificios y otros sitios de interés de Viena, que vendía a turistas y comerciantes de marcos. Estos trabajos le proporcionaron ingresos suficientes para trasladarse de los albergues a una residencia para hombres, donde pasaba sus días pintando y sus noches estudiando.
Aunque estas experiencias en Viena endurecieron su vida, también marcaron el inicio de su interés por la política. Inspirado en parte por figuras como Karl Lueger, el alcalde antisemita de Viena, Hitler comenzó a formar las ideas que más tarde definirían su ideología extremista. No obstante, durante este tiempo, mantuvo relaciones comerciales con varios ciudadanos judíos, incluyendo a Samuel Morgenstern, un comerciante que compró muchas de sus obras.
El arte de Hitler, aunque más tarde intentó destruirlo, sigue siendo objeto de interés y controversia. A pesar de su infame legado, cientos de sus obras sobreviven y ocasionalmente se venden en subastas, generando debates sobre la ética de comercializar con arte creado por figuras históricas de reputación nefasta. En 2015, varias de sus obras se vendieron por un total de 450.000 dólares en Núremberg, argumentando la casa de subastas que poseían un valor histórico significativo.