El goce sustentable
Con paciencia y perseverancia la conciencia ecológica va ganando terreno. Alimentos, productos de limpieza, de cosmética, de vestimenta y hasta de pintura de pared, cada vez más personas se detienen a observar y elegir artículos cuyos usos y elaboraciones no dañen al medioambiente. Es lógico, pues, que quien busque un shampoo libre de parabenos, también procure que su placer erótico no contenga sustancias nocivas para la tierra ni para su propio cuerpo. Con lo difícil que fue y sigue siendo quitarle culpas a disfrutar del sexo, no es cuestión de andar sintiéndose un pecador por usar un preservativo testeado en animales, un consolador de PVC o látigos de cuero cuando estos materiales bien pueden reemplazarse por otros más amigables.
Como todo movimiento que empieza desde abajo, y más aún cuando de sexo se trata, la inquietud por el goce verde fue propagándose boca a boca, los más puntillosos se dedicaron a leer la letra chica y otros buscaron reemplazar los componentes potencialmente peligrosos por unos jubilosamente sustentables. Por caso, en lo que concierne a la fabricación tradicional de condones, los veganos ponen la voz de alerta sobre tres factores: el uso de caseína, un derivado de la leche de vaca, el Nonoxynol-9, un surfactante que descompone las paredes del esperma que tiene cierto grado de toxicidad, y las pruebas que se realizan en animales. Nobleza obliga, hay cada vez más marcas que no usan esos productos y que testean la calidad de manera mecánica. Prime, por ejemplo, tiene la línea Skyn que reemplaza al látex por poli-isopreno, para mayor satisfacción de alérgicos y veganos ortodoxos, y también hay otras importadas fabricadas en látex de caucho natural.
A jugar, mi amor
En cuanto a juguetes, hay eco-friendly para todos los gustos: dildos de madera procedente de bosques sostenibles, tallados a mano y con diferentes vetas para darles un touch de diseño. ¡Ojo! Acá el asunto es asegurarse que el barnizado no sea tóxico, hipoalergénico y libre de ftalatos. Otros muy estéticos y también hechos de forma artesanal son los de vidrio, que además tienen varias ventajas sobre los clásicos de goma o látex: son hipoalergénicos, se pueden calentar o enfriar para descubrir un mundo de sensaciones, son fáciles de limpiar y, como es un material que no se desgasta, pueden durar toda la vida mientras no se los golpee.
Si lo que se busca también es movimiento, Gaia es el primer vibrador reciclable y biodegradable del mercado que está elaborado a partir de Biofeel, un plástico basado en almidón. La desventaja es que usa una pila. Hasta hace unos años hubo en el mercado vibradores que se recargaban con energía solar, e incluso se anunció uno que sería fabricado con neumáticos reciclados y se accionaría con una manivela. De origen sueco, no queda muy claro si el invento no prosperó o si aún le faltan algunos ajustes. Otro que fue anunciado hace más de 10 años con bombos y platillos fue el irlandés Earth Angel. Hecho con material reciclable, éste tenía una manivela desplegable disimulada en la base del juguete y sus fabricantes decían que unos cuatro minutos de carga bastaban para media hora de acción. Según notas de la época fue muy requerido y vendió muchísimo, pero lo cierto es que hoy no se encuentra en el mercado.
Para quienes les gusta jugar más fuerte sin arruinar el planeta, existen arneses resistentes hechos con tela de jean o nylon y látigos con correas de poliuretano fabricadas a partir de materiales reciclados. También, claro, hay una amplia gama de lubricantes respetuosos con el medio ambiente y sin glicerina que reseca mucho la zona vaginal.
Los huevos de Gwyneth Paltrow
Conocida por su militancia verde y divulgar prácticas para el bienestar de la mujer, Goop, la web de Paltrow, pagó U$s 145.000 para que no prosperara una demanda que le hicieron en 2018. El grupo California Food, Drug, and Medical Device Task Forc acusó a la página de publicidad engañosa por afirmar que introducir huevos de piedras como cuarzo o jade en la vagina brindaba múltiples beneficios como regular el ciclo menstrual, evitar el prolapso y la incontinencia urinaria. La controversia se debió al material en sí: "Te estás metiendo una piedra porosa, no silicona médica, y quién sabe qué bacterias pueden alojarse en esos recovecos", escribió en Twitter la ginecóloga Jen Gunter. Lo cierto es que, en esencia, estos huevos de piedra se usan, al igual que las bolas chinas, para fortalecer la musculatura del suelo pélvico, que además de las cuestiones médicas arriba detalladas, brindan mayor placer sexual.
Pero la onda ecosex no se acota al mercado; en 2008 las artistas estadounidenses Elizabeth Stephens y Annie Sprinkle crearon el Movimiento Ecosexual y tres años después armaron el manifiesto cuya presentación empieza con: “Somos acuofilos, terrofilos, pirofilos y aerofilos. Sin pudor abrazamos árboles, masajeamos la tierra con nuestros pies, y hablamos eróticamente con las plantas. Somos naturistas, adoradores del sol, y observadores de estrellas. Acariciamos rocas, gozamos con cascadas, y a menudo admiramos las curvas de la tierra. Hacemos el amor con la tierra a través de nuestros sentidos. Celebramos nuestro punto E. Somos muy guarros”. Más allá de la gracia, este movimiento artístico es, ante todo, activista, y hace performances en diferentes partes del mundo denunciando la sobreexplotación minera o la tala indiscriminada. “Salvaremos a las montañas, las aguas y el cielo por todos los medios, sobre todo a través del amor, la alegría y nuestro poder de seducción”, dice en otra parte el Manifiesto, e invita a cambiar el concepto Madre Tierra por Amante Tierra. Con diferentes performances realizadas en Los Ángeles, Oxford, Atenas o Barcelona, las artistas suman cada vez más adeptos. Y es lógico, el erotismo es natural, divertido y vende: tres factores claves para llamar la atención a nivel global sobre el problema medio ambiental. Al fin y al cabo el sexo es vida.