Magnetismo, frescura y perspicacia fueron las cualidades que hicieron única a Cris Miró y la convirtieron en una de las vedettes más relevantes de la historia del espectáculo nacional. Trabajó con aclamados productores teatrales y modeló para los modistos más prestigiosos de los 90. Hoy es el cumpleaños de la artista que, con su inusitado carisma, comenzó a allanar el camino en el mundo artístico para todas las feminidades trans que llegaron después.
“Era como una nena”
Cris nació el 16 de septiembre de 1965 en Buenos Aires, cuando le asignaron el género masculino, en base a sus genitales. Hija de un militar retirado y una ama de casa, de niña tuvo que lidiar con los sucesos que todas las disidencias de género viven y el sentimiento de no encajar en el mundo que los rodea. Cris cursó su educación primaria en una escuela mixta, ubicada enfrente a su casa, en el barrio de Belgrano. Cuando ingresó a la secundaria, asistió a un colegio solo para varones.
“Desde que nació era diferente, desde muy chiquitito era afeminado, no le gustaba el fútbol, jugaba con muñecas y mi papá era el típico macho de esas épocas. Cris era como una nena, cuando íbamos caminando por la calle siempre la confundían con una nena”, relató su hermano, Esteban Virguez, en una entrevista que Franco Torchia le hizo para Página 12.
Con la llegada de la adolescencia, el binarismo de género que rige en la sociedad comienza a separar aún más los roles asignados y las disidencias sienten cada vez menos pertenencia a su mundo. “En ningún momento hubo un conflicto familiar en la niñez, sí en la adolescencia, ahí era muy diferente y no sabíamos qué hacer. Pensábamos que era un varón y que cada vez tenía más forma de mujer”, continuó Virguez sobre el transitar adolescente de Cris y agregó: “Lo terminamos asumiendo. Fui yo el primero al que le confesó que no le gustaban las mujeres y que era homosexual; yo tendría unos 19 años. La veía venir, pero cuando se lo conté a mis padres mi mamá casi se muere”.
Si bien sus padres nunca dejaron de apoyarla, en un principio no fue fácil para su familia asumir la identidad de Cris. De hecho, la han querido llevar a consultas con psicólogos y sexólogos, como si hubiese tenido una desviación. A pesar de eso, a diferencia de muchas realidades que atraviesan las personas trans en esa etapa de sus vidas, Miró recibió contención y, con el tiempo, aceptación en su núcleo familiar.
El surgimiento de la artista
La secundaria había quedado atrás y Cris estudiaba Odontología. Aún no vivía como mujer durante el día, pero en las noches se convertía en la magnética figura que hipnotizó al país con su feminidad desbordante. Su imponente altura, su singular mirada y su extensa cabellera hacían que opacara a todos en los escenarios de los clubs nocturnos donde desplegaba su carisma. En aquel momento era conocida como Cris en el ambiente artístico donde se movía y, cuando se hizo famosa, le agregaron “Miró”, por el pintor español Joan Miró.
En 1991, formó parte del elenco de la película Dios los Cría, dirigida por Fernando Ayala y protagonizada por Soledad Silveyra, Hugo Soto y China Zorrila. Al año siguiente, interpretó a la Mujer Rata en La Peste, filme del reconocido cineasta Luis Puenzo. La notoriedad de Cris Miró como artista crecía de manera exorbitante, pero aún no había llegado al estrellato al que tendría acceso años más tarde.
El productor teatral Lino Patalano conoció a Cris en un club nocturno en 1992 y quedó obnubilado por su belleza. “Estaba en un boliche donde había travestis y strippers y, de pronto, veo que entra Rita Hayworth de 20 años. Una cosa impresionante. ‘¿Quién es esta mina?’, le dije a un amigo que estaba ahí. ‘Es Cris Miró’”, relató Patalano, en diálogo con Confrontados. “Le dije: ‘Si un día llego a hacer la revista, te voy a llamar para que participes’”.
La Vedette del Año
El modisto Juanito Belmonte quedó perplejo por el carisma de Cris, cuando la conoció en un cóctel en 1993, lo que sumergió a la artista aún más en el mundo artístico. Fue dos años más tarde cuando Lino Patalano convocó a Cris a formar parte de la obra Viva La Revista. “Fue fabulosa. Ella bajaba del techo al comienzo, era una cosa increíble. Y también tenía un strip donde hacía de Rita Hayworth con cuatro bailarines donde, sin siliconas en sus pechos aún, logró transmitir la más pura feminidad”. Esa intervención convirtió a Cris en la primera travesti en ser nombrada La Vedette del Año, uno de los tantos legados que dejó en relación a la visibilidad travesti-trans.
Desde ese momento, su carrera no dejó de crecer. Comenzó a estudiar danzas en las escuelas de Julio Bocca y Maximiliano Guerra y actuación con Alejandra Boero. Fue convocada por Hugo Sofovich para exitosas obras como Más locas que una vaca o Más pinas que las gallutas, donde compartió elenco con Emilio Disi, Tristán, Fabián Gianola y Mónica Guido.
"Mi verdadero nombre es el que siento"
Cris cobró aún más popularidad cuando comenzó a ser convocada por los programas más vistos de la televisión en aquellos años, como Bárbara Don’t Worry de Antonio Gasalla, VideoMatch o Almorzando con Mirtha Legrand. En este último, Cris protagonizó uno de los momentos más recordados de su carrera cuando, ante las desubicadas preguntas que la conductora le hacía, respondió con una templanza y altura que solo ella tenía:
Mirtha Legrand: No sé, mi amor, cómo tratarte.
Cris Miró: ¿Por qué?
Mirtha Legrand: No sé, señorita… señor. No sé. ¿Votaste, no?
Cris Miró: Por supuesto.
Mirtha Legrand: Bueno, ¿y en qué mesa? Votaste en mesa de caballeros, ¿no?
Cris Miró: Sí, sí, por supuesto.
Mirtha Legrand: Claro, claro. ¿Cuál es tu verdadero nombre? ¿Querés decirlo o no?
Cris Miró: Mirá, mi verdadero nombre es el que siento y es Cris Miró.
El final
En 1997, pleno apogeo de su carrera, Cris debió ser internada en el Hospital Fernández por una afección pulmonar, según informaron familiares y amigos de la actriz. En paralelo, corrían versiones que asociaban los problemas de salud de la diva con el HIV. Al año siguiente, Miró debió someterse a una serie de análisis y no le quedó otra opción que hablar del tema en los medios: “No inventen más, no tengo sida”.
El organismo de la nueva estrella del espectáculo cada día estaba más débil. A principios de 1999, Cris sufrió una inflamación lumbar por un mal movimiento, por lo que tuvo que infiltrarse. A pesar del tratamiento, el dolor era muy grande y decidió cancelar todas sus presentaciones para internarse en una clínica de Mar de Ajó. En febrero, acudió al Sanatorio del Norte como un trámite, por su lesión. Pero, después de varios estudios, los médicos ordenaron una internación urgente.
“La prensa preguntaba qué pasaba con Cris Miró y ella me contó a puertas cerradas que era HIV positivo y que no quería que nadie se enterara”, reveló su hermano hace algunos años. Y agregó: “La asociación entre HIV y homosexualidad era un mazazo frente a lo que estaba construyendo y me pidió que no lo dijera, sobre todo a mi mamá”.
Con solo dos materias por delante para convertirse en odontóloga, Cris decidió no anotarse en la facultad por las afecciones que su organismo atravesaba. Durante los primeros meses de 1999, la diva casi pasó más días en habitaciones de hospital que en su casa y terminó en una gran agonía. El 1 de junio, después de haber latido durante 33 años como si hubieran sido 90, el corazón de Cris se apagó.
“Al paraíso lo imagino como un lugar sin estructuras y con mucha, mucha libertad. Donde cada uno pueda hacer lo que quiera”.