El sonido de las patas de los pingüinos podía detectarse el jueves en un zoológico vacío de Tailandia, mientras un desfile de aves salía de su recinto para su chapuzón diario en una piscina, en momentos en que el país asiático afronta otro duro confinamiento por el COVID-19.
Tailandia está luchando contra su peor brote de coronavirus hasta la fecha y ha introducido estrictas restricciones de movimiento que han hecho que se cierren muchos lugares públicos, incluidos los zoológicos.
"Me di cuenta de que se sentían un poco confundidos porque cuando salen, normalmente hay mucha gente esperándolos", dijo Tossapol Kosol, especialista en pingüinos del Khao Kheow Open Zoo, a las afueras de Bangkok, la capital del país del sudeste asiático.
"Ahora, cuando salen y no hay nadie, a veces se paran a mirar a su alrededor, como si se preguntaran a dónde ha ido toda la gente", dijo.
En el último año, Tossapol y sus colegas del zoológico han tenido que buscar formas de ejercitar a los animales a pesar de la falta de visitantes.
Después de alimentar a los 41 pingüinos con 25 kilos de caballa, Tossapol y sus colegas los hacen desfilar al unísono por una larga pasarela que los lleva desde su recinto con aire acondicionado a una piscina exterior para que hagan ejercicio.
El director del zoológico, Tawin Rattanawongsawat, dijo que, aunque no podía aceptar visitantes -la mayoría de los cuales habrían ayudado a alimentar a los pingüinos en tiempos normales-, la vida en el zoo tenía que encontrar una forma de seguir adelante, por el bienestar de sus animales.
"Por estos días no hay visitantes, así que los alimentan sus cuidadores", dijo. "Deben preguntarse por qué siempre son las mismas caras, dónde están los niños y sus padres".
"Deben sentirse un poco solos".
Con información de Reuters