Escondido en un guardarropa durante horas mientras los atacantes asaltaban la discoteca Bataclan de París en noviembre de 2015, a Ramón González le preocupaba un único pensamiento: ¿qué pasaría si muriera sin haber conseguido nada, si su vida fuera un fracaso?
Este pensamiento en la mente de un hombre aterrorizado fue lo que impulsó al director español Isaki Lacuesta a realizar "Un año, una noche", que examina las consecuencias del ataque, en el que murieron 90 asistentes al concierto, así como otras 40 personas en otros lugares de París.
El drama, basado en las experiencias reales de González, se estrenó el domingo en el Festival de Cine de Berlín. En ella se observa el impacto que tuvo esa noche en Ramón, interpretado por Nahuel Pérez Biscayart, y en su compañera Céline, interpretada por Noémie Merlant.
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El trauma hace que Ramón se replantee su vida, dejando su trabajo para convertirse en profesor, pero el recuerdo de los sonidos y los olores de aquella noche le hace perder pie una y otra vez.
"En el tipo de sociedad en la que vivimos ahora y en el tipo de vida que llevamos, todos hacemos una cantidad enorme de cosas que no queremos hacer pero nos resistimos a cambiar", dijo Lacuesta en la alfombra roja antes del estreno.
Céline, al parecer más capaz de dominar sus sentimientos, se lanza a cuidar de su pareja emocionalmente herida, pero a costa de dejar postergado su propio ajuste de cuentas con la noche que los marcó.
La película consigue que el público comparta la perplejidad de la pareja y provoca sobresaltos con ruidos repentinos y movimientos inesperados, pero también muestra fragmentos de esa noche, obligando a experimentar el mismo proceso de asimilación de una memoria hecha pedazos.
Un aria de Monteverdi sirve de hilo conductor a lo largo de la película, pero se va distorsionando cada vez más a medida que los protagonistas ponen en duda sus propios recuerdos.
"Hacerla fue una montaña rusa emocional", dijo Lacuesta, describiendo cómo, a mitad del rodaje, se dieron cuenta de que todavía tenían por delante "un torrente de emociones, desde lo más eufórico hasta lo trágico".
Con información de Reuters