Científicos de la Universidad Nacional de San Juan descubrieron en la zona de la Quebrada del Barro, en Balde de Leyes, fósiles de un espécimen que arroja luz sobre la evolución de la vida terrestre. Se trata de una de las tortuga más antiguas del mundo. Investigadores de la UNSJ la bautizaron Waluchelys Cavitesta. Vivió en el Periodo Triásico Superior y convivió con Ingentia Prima, la gran dinosauria descubierta por estos científicos en el mismo lugar y que demostró que esos enormes animales habían existido 30 millones años antes de lo que se suponía.
Según explicó el paleontólogo de la UNSJ, Ricardo Martínez, lo más importante de este animal bautizado como “Waluchelys Cavitesta” es que permite conocer una fauna que vivió en San Juan hace 205 millones de años y aporta información muy importante sobre su evolución.
También cohabitó con el dinosaurio Lucianovenator Bonoi, el primero encontrado en ese sitio de Caucete y el primero de esa especie de Sudamérica. El estudio (paper), de 36 páginas, acaba de ser publicado por la prestigiosa revista británica Journal of Paleontology y estuvo a cargo de Ricardo Martínez (perteneciente a CIGEOBIO e IMCN, ambos de la UNSJ), Cecilia Apaldetti (UNSJ y CONICET), Juliana Sterli (CONICET y Museo Paleontológico Ferruglio, de Chubut) e Ignacio Cerda (CONICET y Universidad Nacional de Río Negro).
Martínez explicó que se trata del hallazgo de fósiles de una tortuga del período Triásico, hace aproximadamente 205 millones de años. “Esta tortuga que consiste en 5 especímenes diferentes que hemos encontrado entre los años 2015 y 2019, proviene del yacimiento descubierto en 2015 en la zona de Marayes denominado Balde de Leyes en Caucete. Se trata de un yacimiento único en el mundo que ha conservado una fauna inédita de animales que vivieron hace 205 millones de años, entre ellos dinosaurios del tipo hervíboros y canívoros”, explicó Martínez.
“Hay antecesores de los cocodrilos actuales que eran animales pequeños y cubiertos de placas, antecesores de los mamíferos actuales, también eran pequeños roedores cubiertos con algo de pelo. Y además de estas tortugas, los primeros terosaurios que se conocen para el hemisferio sur en el Triásico.
“Es una fauna nueva que da mucha información sobre el origen de la mayoría de estos grupos de vertebrados, animales que han surgido y se han diversificado en el Triásico Superior, por lo tanto entre estos animales tenemos algunos que son los más viejos, están cerca de ser los más primitivos en el mundo, están dando información sobre su origen y evolución, en el caso de esta tortuga la denominado Waluchelys Cavitesta”.
Según explicó Martínez, “Walu” es una palabra diaguita para hacer honor a las tribus que vivieron en esta zona y significa tortuga. Y Cavitesta significa “caparazón hueco”, una de las características que hace a esta tortuga muy diferente de cualquier otra conocida en esa época. es muy primitiva, está en el orígen de las mismas, no es la más vieja pero es la primera que se conoce para San Juan y la segunda triásica de la Argentina. Como todas las especies descubiertas en Marayes son únicas y desconocidas en el mundo por eso hay que darles nombres”.
Otro dato de interés es que “esta tortuga convivió con animales como la Ingentia Prima, la dinosauria gigante hallada hace un par de años y con el dinosaurio Lucianovenator Bonoi, un terópodo cazador muy ágil que viene de esa misma fauna. Esta publicación fue realizada en el Journal of Paleontology, muy prestigioso en Inglaterra, uno de los más prestigiosos del mundo de paleontología”.
“Lo más importante de esta tortuga es que nos está permitiendo conocer una fauna muy interesante que vivió en San Juan hace 205 millones de años y aporta información muy importante para conocer cómo evolucionó ese grupo de tetrápodos (las tortugas), un grupo bastante inusual.
“Es un misterio por qué desarrollaron ese caparazón que las protege por debajo y por arriba. Uno piensa que es por protección pero esa es una utilidad secundaria, la primaria es darle más rigidez como excavadora o bien porque pudo haber surgido en ambientes acuáticos, aunque esta específicamente es terrestre”, indicó el paleontólogo.
“La tortuga pertenece a un grupo muy raro, los humanos tenemos los omóplatos hacia afuera, en cambio las tortugas lo tienen adentro de las costillas”, destacó.
“Todo este trabajo ha sido posible gracias al apoyo recibido en estos últimos años por la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Investigación de la Provincia que ha financiado estos trabajo de investigación y de laboratorio”, destacó Martínez.
Parte de esos restos fósiles ya están expuestos en el Instituto y Museo de Ciencias Naturales (IMCN) de la UNSJ, de Avenida España y Maipú. Los restos permiten saber que los caparazones medían unos 40 cm de largo y que esas tortugas son muy primitivas. De hecho, las conocidas en la actualidad se dividen en dos grupos: Pleurodiras y Cryptodiras, y ninguno de estos dos grupos existía en la época en que vivió Waluchelys Cavitesta, animal seguramente herbívoro que tal vez ni metía ni sacaba su cabeza como las tortugas de hoy.