Kiki Vaporaki, en el Mundial de Futsal: el orgullo de estar en la Selección Argentina, los clubes de barrio y la competitividad nacional

El ala de 34 años, quien actualmente está disputando el Mundial de Uzbekistán con la Selección Argentina, dejó un fuerte mensaje sobre los clubes de barrio: "Nos llena de orgullo".

27 de septiembre, 2024 | 14.10

El futsal en Argentina se desarrolló exponencialmente en los últimos años a partir de la obtención de la Copa del Mundo en Colombia en el año 2016. En aquella ocasión, la 'Albiceleste' se impuso por 5 a 4 sobre Rusia en el duelo definitorio y puso fin a la hegemonía de Brasil y España, que se habían dividido todos los títulos hasta ese entonces (cinco para la 'Verdeamarelha' y dos para 'La Roja'). Desde entonces, la disciplina en el país progresó (la Asociación del Fútbol Argentino presentó el "Plan Estratégico Futsal 2021-2025" para acompañar ese crecimiento), aunque aún está lejos de alcanzar la profesionalización. En las cuatro categorías del futsal masculino (A, B, C y D) son pocos los jugadores que pueden jactarse de vivir de lo que ganan en el deporte; en el femenino, esa realidad es inexistente. Sin embargo, los grandes protagonistas de este enorme desarrollo en este tiempo son los clubes de barrio, cuna y casa de los jóvenes que sueñan con llegar a lo más alto pateando (y pisando) una pelota.

Constantino Vaporaki es un protagonista de estos avances en varias facetas: nació en Ushuaia al igual que su hermano Alamiro, con quien compartió plantel en la Selección Argentina campeona del mundo en Colombia. Comenzó su carrera en Los Andes (Ushuaia) y a los 18 años llegó a Boca Juniors, equipo en el que estuvo varios años. Pasó por América del Sud (ubicado en Parque Avellaneda) y en 2017 fundó junto a Alamiro el Club Social y Deportivo VK. Actualmente, está disputando el Mundial en Uzbekistán, en el que la 'Albiceleste' enfrentará este viernes a Croacia por los octavos de final. Como jugador, como formador y como campeón, 'Kiki' es consciente del rol que los clubes de barrio cumplen en nuestra sociedad: El Destape mantuvo una charla con él, en la que dejó en claro su compromiso innegociable: "Es algo (los clubes de barrio) que no tenemos que perder, no lo vamos a perder porque lo vamos a defender. Es algo que nos llena de orgullo".

- ¿Cuál dirías vos que son las principales diferencias entre el futsal sudamericano (y particularmente el argentino) y el futsal en el resto del mundo?

-Bueno, yo creo que está un poco en nuestro ADN competitivo, en nuestra idiosincrasia. Hace poquito tiempo lo decía un entrenador de vóley (Daniel Castellani), si no me equivoco, que nosotros crecemos en nuestro deporte con tanto sacrificio de un montón de gente: de los padres, de profesores, de gente que ni siquiera es profesional o que no gana un peso y que incluso pone plata para que chicos y chicas practiquen un deporte. Creo que ese plus emocional nos lo da eso, el crecer con un montón de carencias, que obviamente es lo que nosotros queremos cambiar. A la hora de jugar, eso es un motor: saber que estás defendiendo a un montón de chicos que quieren ser como vos y que sufren la misma carencia que sufrimos nosotros cuando éramos más chicos. Creo que ahí es cuando nosotros damos un plus competitivo, cuando aparecen más piernas, aparece más corazón, más aire... Y bueno, somos un equipo duro, molesto, nadie quiere jugar contra nosotros. Ya hace dos mundiales que lo sabemos. También obviamente tenemos calidad, jugadores equilibrantes, de potrero; tenemos un arquerazo, un juego muy ordenado... Somos una combinación de tantas cosas que nos llevaron a estar hoy peleando con potencias económicas y ligas súper profesionales, cosas que todavía aún nosotros no tenemos. Las cosas que te fui nombrando nos hacen estar al mismo nivel.

- Ese ADN propio de ser argentino también sumado a toda la experiencia de este plantel que la mayoría tuvo paso por el fútbol de Europa.

Sí, también tenemos esos jugadores de experiencia, que juegan hace muchos años afuera, que en la liga local también fueron muy importantes y que se adaptan a un montón de situaciones. Entendemos cómo jugar esta clase de partidos, tenemos también un cuerpo técnico que viene trabajando hace varios años con nosotros.

- ¿Qué rol crees que cumplen los clubes de barrio en la formación de nuestros jugadores? ¿Qué impronta le dan a este tipo de jugador argentino?

Importante, porque en la sociedad que tenemos en la que muchas personas no pueden acceder a pagar una academia, una escuela o una institución privada, los clubes de barrio alojan un montón de chicos. Incluso la mayoría de chicos y chicas que quieren ser futbolistas: ya sabemos cómo es Argentina, cuántos chicos quieren, piensan, imaginan o sueñan salvar su vida y a su familia con el deporte. Y eso empieza en un club de barrio en nuestro país. Algo también que a mí me encanta del deporte amateur, de los clubes de barrio, es que se combinan también un montón de mundos diferentes. Tenés el chico de clase media, tenés el chico que tiene (o que la familia tienen) más posibilidades económicas, y tenés el chico o la chica que no tiene ni para comprarse unos botines. Entonces esa comunidad y esa empatía que se crea también en los clubes de barrio es una movilidad social ascendente. Cuando diferentes clases sociales se ponen un objetivo en común para que un grupo de chicos o chicas puedan viajar a jugar a algún lugar, o que para participar en un torneo tienen que juntar determinada cantidad de plata, ahí ves cómo el rol de la sociedad es fundamental. Porque si no sólo jugarían los que tienen plata o posibilidades. Los clubes de barrio ayudan mucho a lograr eso y a que tanto talento tenga al final la posibilidad de poder estar en una selección, de poder viajar, de poder competir fuera del país. Es algo que no tenemos que perder, no lo vamos a perder porque lo vamos a defender. Es algo que nos llena de orgullo también.

 

Constantino y Alamiro, un año después de consagrarse campeones en el Mundial de 2016, fundaron el Club Social y Deportivo VK: en la actualidad, el equipo femenino se encuentra en puestos de playoff para ascender a la Primera A. 'Kiki' explicó los motivos que lo llevaron a ser parte de este proyecto: "Nos llegan muchos chicos y chicas que no tienen la posibilidad de estar en otro lado, que algunas veces los tenés que ayudar de un montón de maneras para que puedan venir a entrenar y a jugar. Es algo que bueno que te llena de satisfacción, de orgullo". También recordó sus primeros pasos en el futsal cuando aún vivía en Ushuaia y contó cómo se ve reflejado en los pibes y pibas que hoy se acercan a su centro a practicar el deporte: "Al final del día te pone contento y sentís que estás un poco devolviendo lo que también hicieron por nosotros en algún momento. Nosotros también fuimos chicos y si mi viejo no me podía ir a buscar, era el papá de un compañero que me llevaba o me buscaba. Es esto que te digo, el sentido de comunidad que nosotros tuvimos desde chicos porque crecimos en un club de barrio también y hoy también sentimos la necesidad de devolver un poco eso".

- En este nuevo rol que tenés en VK (su centro de entrenamiento) como formador, ¿qué valores creés que son fundamentales de transmitirle a los chicos sobre todo en las etapas formativas, en sus primeros años en el futsal?

Si me hablas de chicos de escuelita (los primeros años de inferiores), lo principal es que se diviertan, que la pasen bien, que hagan amigos, que sea el club un lugar donde ellos sean felices. Después, obviamente que aprendan a jugar, pero a esa edad lo principal es divertirse. Y también desarrollar habilidades por su propio medio: cuando sos chiquito vas viendo cómo rebuscártela y para jugar con chicos más grandes o con otras contexturas. Eso también te hace desarrollar habilidades propias sin que nadie te lo enseñe. Obviamente nosotros estamos para enseñar lo que no se aprende en el barrio o en la canchita o en el potrero. Nuestro deporte es un deporte de muchos detalles, mucha táctica también y bueno, ya en edades un poco más avanzadas, entre los 10 y 12 años, ya se empieza a optar un poco más eso. Los valores son siempre los mismos sea la edad que sea. Compañerismo, un objetivo común, que los pibes y las pibas se ayuden entre ellos, que tengan un lugar de contención para cualquier problema que tengan fuera de lo deportivo... Y que sean felices, eso es lo más importante al final del día. Si te ponés a pensar de todo el caudal de chicos y chicas que juegan, que practican el deporte, los que llegan a ser profesionales o a salvarse la vida son muy pocos. Entonces el resto tiene que tener una buena experiencia, tienen que ser felices, tienen que tener un lugar de contención donde se mezclen diferentes mundos y salgan cosas buenas.