“Pabllo, Pabllo, Pabllo”, gritaban los fanáticos eufóricos ante la inminente llegada de Pabllo Vittar al escenario del Complejo C este sábado. Cientos de fieles de la drag queen brasileña acudieron al recinto ubicado en el barrio porteño de Chacarita para ver a su diva favorita desplegar su carisma y talento en su segunda visita a Buenos Aires con un show que no es parte de un festival.
“¡Buenas noches, Buenos Aires!”, saludó Pabllo Vittar al salir a escena acompañada por cuatro bailarines. A pesar de sonar redundante, Number One fue la canción número uno en la setlist de la drag queen que basó su outfit en una voluminosa y extensa peluca multicolor, un saco, una minifalda y bucaneras en tonos blancos y negros.
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La energía eufórica que generó la primera canción fluctuó un poco en las siguientes, que fueron Flash Pose, Bandida y Ultra Som, a pesar del empeño de Vittar en darlo todo y transmitir sus vibras a sus fans. El quinto track fue Buzina y devolvió la reacción apasionada del público a la oferta de la cantante, quien aún no se había detenido unos minutos para hablar y conectar con el público. Spoiler alert: no lo hizo hasta el final del show.
Open Bar -su versión del hit Lean On de DJ Snake, Major Lazer y MØ- mantuvo la energía arriba, tanto en el público como en Pabllo Vittar que dio todo de sí a nivel performático: a pesar del pequeño tamaño del escenario, demostró sus destrezas dancísticas y vocales y el entrenamiento físico que tiene para cantar y bailar al mismo tiempo sin una nota musical corrida de su lugar.
Un asistente acercó un pie de micrófono al escenario y comenzaron a sonar los primeros acordes de Disk Me, canción que puso a los emocionados fans a cantar a los gritos y a mover los brazos al son de la melodía. Pabllo -quien a esta altura ya se había quitado su saco y develado un top en tonos negros- aprovechó la interpelación de su público para generar el primer momento de comunión entre ella y sus fans, con un final a capela.
Ameianoite, Problema Seu y Amor De Que fueron las siguientes canciones de un show cuyos recursos escenográficos fueron una pantalla con animaciones, luces que alternaban colores y dos tarimas que Pabllo y sus bailarines, quienes no se retiraron en ningún momento de escena, utilizaron para montar sus coreografías. Esos artefactos y los cuerpos de Vittar y sus dancers ocuparon la totalidad del escenario: no hubo banda en vivo; a nivel sonoro la puesta se redujo a la voz de la cantante con una pista de fondo.
La drag queen bajó del escenario y se acercó a la gente, quienes gritaban desaforados para que les tocara las manos a través de la valla, recurso que volvió a generar cercanía con el público, deficitaria a lo largo del show. Tímida, su colaboración con Thalía, representó un momento de especial euforia en el Complejo C, que se mantuvo con la posterior interpretación de los hits Sua Cara, Parabéns y K.O.
La sensualidad y el erotismo que Vittar desplegó en todo su show tuvo su momento cúlmine cuando le alcanzaron una toalla para que se secara la transpiración y luego de hacerlo se la frotó por lo genitales y la lanzó al público deseoso. Rajadao, Culpa Do Cupido, Follow Me y Descontrolada fueron los tracks con los que cerró su noche la drag brasileña, en medio de un llanto acongojado por el cariño que sus fans le transmitían con gritos y gestos. Sin dudas, el momento de más comunión del show.
El show en Complejo C duró solo una hora, todas las canciones fueron cantadas sobre una pista y la ausencia de tracks como Caliente -su colaboración con Lali- y Corpo Sensual, representó una falta importante en el recital, evidenciada en cantos de algunos grupos del público al grito de “¡Caliente, caliente, caliente!”, sin resultados ya que el track nunca sonó. A pesar de estas falencias en la noche sabatina, Pabllo Vittar demostró ser una artista de alto nivel, con unas cuerdas vocales capaces de llegar a agudos elevadísimos y una sensualidad, presencia escénica y carisma que la convierten en una de las figuras de la música latina con más potencial del momento.