(Por Ana Clara Pérez Cotten).- Con una selección de estudios, ensayos, artículos, relatos y fragmentos de novelas y de diarios de Susan Sontag, su hijo, el escritor David Rieff, elaboró "Obra imprescindible", una antología de más de 750 páginas pensada para que los lectores hispanoparlantes accedan a la obra de una de las escritoras e intelectuales más trascendentales de la segunda mitad siglo XX.
"Lo que mi madre más quería era que su obra fuera recordada por la perdurable originalidad de lo que había hecho, pensado y escrito, y no porque había sido famosa", dijo Rieff a Télam.
"Toda persona con un gran miedo a la muerte y la extinción quiere pensar en que su obra al menos perdurará. Y eso también le pasaba a mi madre. En otras personas la preocupación es por la lucha política o por una causa. Mi tarea fue tratar de explicar mis decisiones al seleccionar los textos y lo hice usando como guía esa cuestión: los escritores escriben con la fantasía constante de pensar cómo los van a leer en el futuro", contó durante una charla que transcurrió a metros de la Biblioteca Nacional.
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En un porteño casi perfecto cultivado durante todo 2009 cuando visitó Buenos Aires para dar clases a alumnos de doctorado, Rieff reconstruyó el espíritu detrás de la compilación, pero también dio cuenta de conocer los pormenores de la política nacional y de un gusto adquirido: el cortado en jarrito con medialuna.
Periodista, crítico cultural y autor de libros como "Contra la memoria" y "El oprobio del hambre", Rieff sintió la necesidad de armar una antología con textos de su madre en 2018 cuando el último editor de Sontag en España, Claudio López Lamadrid, aprovechó un almuerzo en el Festival Hay de Cartagena para garabatear ante un posible índice en una hoja con el membrete del hotel. El libro tiene, además, otro "padre": el poeta Aurelio Major, traductor al español de la obra de Sontag.
La autora -quien nació en 1933 en Nueva York, se crió en los suburbios de Los Ángeles y murió en 2004 de cáncer- fue una intelectual única en su versatilidad. alternó el rol de ensayista, novelista, dramaturga, cineasta y activista
"Obra imprescindible" da cuenta de esa trayectoria e incluye textos icónicos como "Contra la interpretación", "Sobre la fotografía", "Notas sobre lo camp" o "La enfermedad y sus metáforas", sumamente iluminador para pensar hoy la pandemia. También está el relato de la visita que en 1947 le hizo a Thomas Mann, un discurso en Frankfurt en 2003 donde plantea que el rol de la literatura "es formular preguntas y elaborar afirmaciones contrarias a la beatería imperante" y un texto que aparece por primera vez editado en un libro, "El tercer mundo de las mujeres", de 1972, donde la liberación femenina se aborda en un registro casi actual.
Rieff hizo primar su mirada de crítico a la de "hijo" para pensar el índice del volumen, intentó cumplir la peculiar idea de trascendencia que tenía la autora: "Lo que mi madre más quería era que su obra fuera recordada por la perdurable originalidad de lo que había hecho, pensado y escrito, y no porque había sido famosa".
Télam: De aquel proyecto que nació de un borrador en la hoja membretada de un hotel al libro ¿Qué se mantuvo y qué cambió en el camino de la edición?
David Rieff: Desgraciadamente, Claudio falleció el año pasado y no llegamos a tener el tiempo suficiente para discutir. Él se ocupaba de toda la literatura internacional en Random-Penguin desde Barcelona y fue alguien muy vinculado también con la literatura latinoamericana. Hemos discutido mucho este borrador pero yo he tenido que reinventar el proyecto. Y creo que hemos hecho un índice muy general con bastantes ideas para el mundo en español. Invité a mi gran amigo, el traductor en español de la obra de mi madre durante los últimos veinte años, el poeta centroamericano Aurelio Mayor. Creo que es una obra colectiva, de tres autores que seleccionaron. Es su obra, pensada para los lectores hispanohablantes, pero interpretada por Aurelio, Claudio y por mí.
T: Cita a Borges en el texto introductorio: "Cuando los escritores mueren se convierten en libros, lo que, al fin y al cabo, no es una encarnación tan mala". ¿Cómo encarna la obra de Sontag hoy?
DR: En algún punto, soy la persona menos indicada para analizar esto. El destino de las obras literarias depende de muchos factores: del clima político, del clima cultural y también de cómo las personas se interesan por las obras durante una época. El panteón de autores, durante mi adolescencia, era muy distinto al que tenemos ahora. Entonces ¿Cómo sobrevivirá la obra de mi madre? Bueno, creo que en este momento hay mucho interés sino en principio nosotros dos no estaríamos charlando sobre ella. Ahora, por cuánto tiempo perdurará este interés, no lo sé.
T: Sontag usaba esta expresión "perdurará" cuando quería referirse a la obra notable de otros, a un destino garantizado por cierta "calidad" de lo que escribían. ¿Pero a qué se refería específicamente cuando decía de un texto "perdurará"?
DR: Toda persona con un gran miedo a la muerte y la extinción quiere pensar en que la obra al menos perdurará. Y eso también le pasaba a mi madre. En otras personas la preocupación es por la lucha política o por una causa. Mi tarea fue tratar de explicar mis decisiones al seleccionar los textos y lo hice usando como guía esa cuestión: los escritores escriben con la fantasía constante de pensar cómo los van a leer en el futuro. Cuando hablamos del recuerdo de un autor hablamos en términos groseros. ¿Cien años? ¿Doscientos? Leemos todavía a Cervantes pero ¿Por cuánto más? En cierto punto no importa, cuando Borges, Philiph Roth o Barthes se preocupan por el futuro de su obra pensaban en décadas o un siglo. Y creo que es reconfortante en términos de la finitud de la vida real.
T: Sontag deseaba vivir mucho para "ver hasta donde llega la estupidez". Parece, en una primera lectura, una frase pesimista pero en realidad encierra una voluntad férrea de permanecer para poder leer la época. ¿Qué vislumbraba en el horizonte? ¿Cuál es el mosaico de la estupidez?
DR: Bueno, hay muchos chistes sobre el pesimismo y yo tengo muchas opiniones sobre la estupidez. Pero en referencia a lo que pensaba ella, creo que en los últimos años pensaba que la estupidez iba ganando la batalla y no pudo ver ni el Brexit ni a Trump. Para alguien a quien le importa la gran cultura mundial, las artes clásicas y orientales -porque ella también se interesaba en China, Japón, e India- era claro ver que había un proceso de descomposición.
T: "El tercer mundo de las mujeres" es la primera vez que se publica en castellano. ¿De qué estaba hecho su feminismo?
DR: Bueno, es interesante pensar eso hoy. Estoy trabajando en una edición norteamericana que se llamará algo así como "Sontag on women" con un prefacio de una nueva escritora y ensayista muy interesante, Merve Emre. Es turca pero vive entre Gran Bretaña y Estados Unidos. No tengo mucho para decir sobre el feminismo de mi madre pero sé qué hay algo así, espero que Merve Emre me explique de qué va. Entre todas las versiones del feminismo, ella nunca había simpatizado con la de intuición o de emoción. Hay un intercambio entre ella y la poeta Adrienne Rich, que está en el capítulo "Fascinante fascismo", donde hay un poco de eso. La suma de varias versiones de la irracionalidad o del argumento en contra del racionalismo sé que ella lo padecía. No creo que hubiera cambiado, siempre se opuso a las ideas intuitivas o las solidaridades que solo hermanan creencias, género o raza.
T: De la lectura completa del ejemplar surge una hipótesis: ¿La antología funciona como una suerte de biografía también?
DR: Una antología que recupera la obra de toda una vida es una autobiografía, aunque haya sido estructurada por otros. Hemos tratado de organizar el libro en términos de temas y esto también podría aportar a esa lectura biográfica. Obviamente, si uno ha leído una parte de la obra de un escritor entiende un poco su vida pero si lee más, se acerca más a él, entiende mejor la música y llegará a conocer su voz.
Con información de Télam