Sebastián Bocha Salimbene era un mediocampista central "lento y sin quite" que pasó por las inferiores de algunos de los clubes más importantes del país, pero su vida cambió totalmente cuando de joven colgó los botines y abrazó la fe. El ex jugador encontró su verdadera vocación en la religión, dejó el fútbol y desde hace un tiempo es el sacerdote de la parroquia Nuestra Señora de Luján de Villa Constructora, en La Matanza.
El Bocha tuvo el privilegio y la mala suerte de tener que marcar a Juan Román Riquelme cuando el vicepresidente de Boca recién comenzaba a demostrar toda su calidad en las inferiores de Argentinos Juniors. "Me tocó enfrentar a Riquelme varias veces, en Infantiles e Inferiores. Jugaba con la 8 en la espalda, y como un segundo 5, suelto. Ahí recibía y hacía lo que quería. En la primera fecha del torneo tocó Huracán-San Lorenzo. Mirko (Saric) fue titular. Y al otro partido me ponen a mí, con Argentinos. Yo pensaba, ‘justo me toca con esta gente’, me quería morir", recuerda entre risas el ex futbolista. En ese partido debió ser reemplazado en el segundo tiempo "porque estaba mareado, me tuvieron que ayudar a encontrar la puerta del vestuario", agrega sobre cómo no pudo parar a los cracks que tenía el conjunto de La Paternal.
"El fútbol me gustaba, pero tampoco me apasionaba. No era mi pasión", reconoce Salimbene, que pasó por las inferiores de Huracán, Vélez, San Lorenzo y Almirante Brown, donde finalmente debutó en Primera. Fue con la visita del cura de la iglesia a la que iba de chico cuando notó por primera vez que había algo en la religión que le gustaba y que le llamaba la atención. "Cuando se fue, sentía un fuego y un ardor en el corazón que no sabía qué era. Como si hubiera estado hablando con Dios", rememora sobre aquella visita que plantó una semilla que iría creciendo con el tiempo.
En Almirante Brown pudo debutar en Primera pero también tuvo que sufrir el descenso de la B Nacional a la B Metropolitana: "Fue muy duro, éramos muchos pibes del club, que venía de estar muy mal en lo económico". Al tiempo pasó a Comunicaciones, donde el entrenador lo soltó y pudo jugar más liberado, encontrando su mejor versión. Pero también pasó por lo que él define como su "etapa oscura". Se rompió la rodilla en un entrenamiento y mientras se recuperaba sufrió una tendinitis, justo en un momento en el que su madre no estaba bien de salud. Salimbene se apoyaba mucho en ella desde lo emocional, por lo que ahí empezó a buscar el sostén en Dios.
"Volviendo en el colectivo, el 49, venía leyendo un cuento, traía la droga que tenía que ella aplicarse y empiezo a llorar. Y le pedí a Dios que me mostrara lo que quería, porque veía todo oscuro", revela sobre el momento en el que se dio cuenta de que su destino era predicar la palabra. "Dios supera las expectativas. Una de las cosas que me emocionaba y que me sigue emocionando, es que quiera compartir con un tipo como yo algo tan sublime como su Ministerio", agregó Salimbene, que también contó en diálogo con Infobae que Dios le habla en "términos futbolísticos".
La comparación de Messi y Maradona con Dios
Como hombre de fe y ex futbolista, el Bocha Salimbene también dio su opinión sobre la comparación que se suele hacer tanto de Lionel Messi como de Diego Maradona con Dios. "Son analogías, nada más", le saca dramatismo Salimbene. "El primer abrazo que recuerdo que me dio mi viejo fue con el gol de Diego a los ingleses. Cuando murió Diego lloré bastante, ahora que lo cuento me emociono", sumó el ex mediocampista sobre su relación con los ídolos argentinos.