Diputado nacional - Frente Nuevo Encuentro
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Especial para El Destape
Luego de varios años, el malestar del pueblo griego se hizo sentir con fuerza el domingo pasado en las urnas, reflejando las dolorosas e impopulares medidas de austeridad económica que implementaron los gobiernos anteriores como contrapartida de la asistencia financiera otorgada por la "Troika", pseudónimo con el que se denomina a la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Desde principios del año 2010 y como consecuencia de la crisis financiera de 2007-2008, Grecia acordó paquetes de "ayuda" por más de 240.000 millones de euros, cuyos beneficios no fueron "derramados" en la sociedad sino que se quedaron en el sistema financiero para saldar deudas y rescatar a entidades del sector.
En este contexto, Alexis Tsipras, primer ministro recientemente electo y líder del partido Syriza (Coalición de Izquierda Radical), se encontrará ante dos frentes. Por un lado, la constante presión por parte de los acreedores para continuar aplicando las "medidas de ajuste" que llevaron a la sociedad griega a un estado de crisis humanitaria y, por el otro, las no menos intensas demandas de los representantes de su propio partido, que intentarán "regatear", según publica el Financial Times, todo lo que se pueda ante una eventual reestructuración de la deuda. Lo anterior adquiere mayor trascendencia al tener en cuenta que la deuda griega llega a los 257.000 millones de euros, lo que equivale a aproximadamente el 175% del producto interno bruto, la mayor de Europa medida en términos de PIB. Pero lo más preocupante se encuentra en las estadísticas sociales del país heleno, el que luego de seis años de recesión, cinco bajo la "tutela" de la Troika, sufrió una caída del 25% en el nivel de actividad, triplicó su desempleo llegando al 26% y donde un tercio de la población perdió todo tipo de seguridad social y vive por debajo de la línea de pobreza.
Claro que estos índices no son mencionados por quienes supuestamente actuaron en los últimos años "con los mejores propósitos de ayudar a Grecia", palabras textuales del ministro de Finanzas alemán, mientras que su homónimo de Austria, siguiendo la misma línea, expresó que "un recorte (de deuda) a pesar de ser una petición populista, no tendría muchos réditos". Otro de los comentarios que no pasó desapercibido fue el de Hans-Peter Friedrich, miembro de un partido aliado al de Angela Merkel, quien manifestó que "los griegos tienen el derecho a votar a quien quieran" pero luego agregó que "deben pagar ahora las consecuencias y no pueden trasladar el costo de sus deudas a los contribuyentes alemanes".
En tanto, el economista jefe del FMI Olivier Blanchard, fue muy categórico y pareciera haber resumido la visión ortodoxa del ambiente político europeo al señalar: "El desempleo aún sigue demasiado elevado y en España, como en otros países, eso está llevando al alza de partidos que ni siquiera quieren ser parte del euro, que adoptan posiciones populistas. Es algo sobre lo que nos tenemos que preocupar". Efectivamente, el partido al cual pertenece Tsipras se formó en el año 2004, pero fue recién en 2012 cuando dejó de tener una participación marginal en las elecciones griegas al alcanzar casi el 27% de los votos en las elecciones generales de junio de ese año y convertirse en el segundo partido más grande del país.
Claro que "la vuelta de página" que promete dar Tsipras requerirá la difícil tarea de enfrentarse a aquellos centros de poder financiero y a los gobiernos complacientes que se beneficiaron de los "rescates" a Grecia en los últimos años, y que probablemente forman parte de la "elite que ha sido derrotada" a la que se refirió él mismo en su discurso luego de la victoria electoral. De acuerdo a las declaraciones del flamante ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, en una entrevista reciente, pareciera que el nuevo gobierno mantendrá la esencia ideológica del partido, ya que señaló que presentarán un "plan a la Eurozona para minimizar la debacle griega", el cual entre otras cosas incluirá "reformas genuinas y la creación de un plan racional de reestructuración de deuda" cuya línea central será "condicionar el repago (de la misma) al crecimiento".
En varias oportunidades, los miembros de Syriza se refirieron positivamente a la reestructuración de la deuda argentina. De la misma forma, también es importante que prestemos atención a los efectos del ajuste en Grecia, ya conocidos por los argentinos, pero que vuelven, convenientemente camuflados, en las varias recetas de muchos candidatos de la oposición al actual proyecto. Es habitual escucharlos lamentarse por la falta de acceso de nuestro país a los mercados de deuda, y prometer que trabajarán para que ello cambie radicalmente y podamos recibir ingentes préstamos externos en moneda dura. Precisamente, esos recursos de deuda son los que están condicionando (además de los ajustes impuestos por la Troika) la recuperación de la economía griega.
Castigo para Standard & Poor´s
En una muestra más de los intereses que siempre estuvieron detrás de las calificadoras internacionales, Standard & Poor´s emitió, según manifestaciones del procurador general de Nueva York, "falsas y engañosas declaraciones" en relación a activos respaldados por hipotecas entre febrero y julio de 2011, que "engañaron a los participantes en el mercado". El objetivo era que los inversores creyeran que las calificaciones de los activos en los que invertían estaban confeccionadas con supuestos más conservadores que los que efectivamente utilizaban. Lo más interesante es que esta vez la calificadora no sólo tuvo que pagar una multa de casi 80 millones de dólares sino que se le prohibió asignar nota de riesgo durante un año para la mayoría de los bonos basados en hipotecas comerciales en Estados Unidos. La suspensión forma parte de un acuerdo con la SEC (Comisión de Valores de Estados Unidos), el Estado de Nueva York y el de Massachusetts.
Resulta evidente la intención de las calificadoras internacionales de continuar realizando pronósticos funcionales a sus propios intereses financieros, a costa de "relajar" sus criterios de evaluación para obtener más ingresos, como los que llevaron a la explosión de las operaciones financieras. Sería beneficioso entonces que se mantuviera este aparente "cambio de actitud" por parte de la SEC, se expandiera a organismos reguladores de otros países para "vigilar más de cerca" a las agencias calificadoras y a los mercados de derivados que contribuyeron al derrumbe financiero de 2008, que tuvo graves consecuencias en la población mundial.