La diferencia entre hombres y mujeres tiene uno de sus capítulos más universales en la brecha salarial: en todo el mundo el género masculino registra salarios más altos tanto en las comparaciones por igual puesto como en la comparación general que incluye factores como la cantidad de horas, los niveles de estudio y los tipos de trabajos, datos que muestran la dificultad femenina con más claridad pero suelen aparecer como excusas entre quienes se oponen al análisis.
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En Argentina en particular, las mujeres ganan en promedio un 27,2% menos que los hombres según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Al ir a los detalles con los salarios medianos que informa el INDEC - que son aquellos que dividen en dos el universo de estudio, con lo que la mitad gana más y la mitad menos que la cifra registrada - se ve que las diferencias se distribuyen en todo el país con picos en Buenos Aires, Chubut, Neuquén, La Pampa, Córdoba y Tierra del Fuego.
A nivel teórico, la disparidad salarial tiene un costado "explicado", es decir relacionado con características como el nivel de educación o la cantidad de horas trabajadas, y una parte "inexplicada", que muestra la existencia de una discriminación en el mercado laboral. Según la OIT, si se suprimiese la desventaja salarial irracional, la brecha se invertiría en muchos países, situación muy clara en Argentina ya que sólo el 12,6% se puede explicar por elementos que corresponden al mercado de trabajo.
El resto de las diferencias se corresponden con "el machismo, sexismo, prejuicios, factores culturales, dinámicas laborales que excluyen a las mujeres y los derechos inequitativos", como apunta el organismo internacional. En Argentina, según el INDEC, las mujeres destinan casi el doble de tiempo que los varones a las tareas domésticas no remuneradas y a su vez casi el 90% de las mujeres realizan estas labores mientras que la participación de los hombres apenas supera el 50%. En esto hay un prejuicio social arraigado, que aleja a los padres de la responsbilidad con los hijos y el hogar, con lo que las mujeres tienen una doble jornada laboral y pueden dedicar menos horas a su responsabilidad laboral formal.
Quienes se oponen a la existencia de una brecha salarial real sostienen que la diferencia de promedios entre lo que ganan mujeres y varones no se debe a que las primeras son discriminadas, sino simplemente a que estas trabajan menos horas y en sectores peor pagos. "Quienes mantienen esta postura parecen olvidar o desestimar que las mujeres parten de una inequitativa distribución del trabajo doméstico no remunerado, que tiene un gran peso en el porqué muchas veces terminamos dedicando menos horas al trabajo fuera del hogar", respondieron las economistas Mercedes D'Alessandro y Magalí Brosio en un informe sobre la problemática.
En esta línea, D'Alessandro subrayó en una columna publicada en la Revista Panamá que los números también muestran que a medida que hay más niños en el hogar las mujeres dejan de trabajar: cuando no hay niños la participación en el mercado de trabajo es del 54% y cuando hay más de un menor baja a 39%. "Esto viene de la mano con un montón de mecanismos que dan espacio a que este sistema se reproduzca. Gran parte de las mujeres trabajadoras tienen empleos precarios y no cuentan siquiera con la licencia de maternidad de 3 meses vigente en la actualidad (que aún así es menor a la que se estipula como mínimo en la Organización Internacional del Trabajo)", destacó la economista.
La licencia de paternidad es sólo de 2 días en la Argentina, la más corta de América Latina. Pocos lugares de trabajo cuentan con guarderías gratuitas en donde dejar a los niños pequeños, lo que tampoco facilita que ambos padres puedan trabajar. El resultado es que si alguien tiene que dejar el trabajo debe ser la mujer.
Al enfocarse en los trabajadores menos capacitados - sector que ya se caracteriza por los salarios bajos - las mujeres reciben en promedio remuneraciones 47% menores que a los de sus pares varones. En algunos casos cuando la capacitación aumenta, la brecha disminuye, pero esto no es lineal: en Argentina, por ejemplo, solo el 7% de los altos cargos ejecutivos (CEO) en empresas están ocupados por mujeres y aquí la brecha salarial asciende a más de 40%.
Bernardo Hidalgo, especialista en Recursos Humanos y presidente de la consultora Hidalgo & Asociados, señaló que "es muy difícil identificar la diferencia exacta entre los salarios, pero todo el mundo sabe que para puestos iguales los hombres cobran más que las mujeres". En su análisis, en el país el escenario es un producto de "una discriminación atada al hecho de que tradicionalmente la mujer no fue observada en el mercado laboral como sostén de familia sino como un complemento de ingresos para el hogar".
La falta de informes oficiales con especificidad en las diferencias de género más profundas hace que sea difícil hacer un estudio particular, pero en la última década hubo varios informes que permiten acercarse a la situación laboral del género femenino. Por ejemplo, en 2011 desde la CTA elaboraron un estudio que mostró que el país vivió una una feminización de las ramas de servicio, ya que las mujeres ocuparon la mayor parte de lugares en Servicios doméstico (98%), Enseñanza (76,3), y de salud (68,6), mientras que tuvieron muy baja proporción en el sector de la Industria (26,2) y el comercio (38,2).
Además. las mujeres de todos los niveles de instrucción presentaron mayores niveles de desocupación que sus pares varones, mientras que cuando la tasa disminuyó siempre lo hizo en mayor proporción dentro del género masculino que dentro del universo femenino.