A partir de los '90 la cultura popular argentina atravesó transformaciones en relación al modo de construir una credibilidad política, de la mano del menemismo como modelo importado del neoliberalismo "a la americana" y en conjunto con esta nueva modalidad de estímulo popular, surge una nueva farándula.
Fue así como la influencia del aparato político dominante se fue trasladando hacia una forma más popular: la de los medios de comunicación masiva, como son los programas y las relaciones sociales típicas de la farándula. En este matrimonio político-mediático se da una doble determinación, un juego dialéctico en el que la farándula se sirve de las estrategias políticas para subsistir en los medios al tiempo que la política se faranduliza en su estrategia de marketing para conseguir mayor pliego popular.
La dinámica discursiva del entorno político se ancla en el marketing y una de sus expresiones son las redes sociales. La vedette estrella elegida por los medios, las agencias y productoras de contenidos para crear, tergiversar, compactar y transmitir (o vender) información a una masa amorfa pero inteligentemente segmentada y ávida de consumo informativo acrítico, pre-digerido, pero con el ojo afilado para apreciar las nuevas estéticas discursivas. Además de insaciable, e indignada por excelencia.
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El domingo, el periodista Roberto Navarro habló de políticos panqueques en Economía Política por C5N y se refirió precisamente a esto: el pueblo tiene hambre y los candidatos a través de sus estrategias de marketing ofrecen panqueques, una forma de hacer "política light" pero con alto contenido calórico en el armado del mensaje.
En este año electoral nos toca dirimir el curso de la gestión del país en materia social, educativa, económica, sanitaria, de seguridad e integridad civil, etc. y es cuando más afilado deberíamos tener el ojo y la oreja críticos. Los mensajes políticos no pueden ser light, no porque no se deba o "está mal" sino porque es una falta de respeto y una tremenda subestimación hacia quienes vamos a elegir a nuestro candidato/a este 2015. Es cierto que llegamos cansados del trabajo y se resolver problemas y tomar decisiones durante un mínimo de nueve horas diarias y al llegar a casa queremos cenar tranquilos y distendernos viendo el Bailando, pero no podemos permitir que en ese espacio de distención nos vendan ideologías y decisiones que nos pertenecen y son parte de un espacio personal de cada uno de nosotros, un espacio a respetar y que nos fortalece como ciudadanos.
Se trata de nuestro compromiso social y la capacidad crítica que tengamos es la herramienta más poderosa de la que podemos valernos a la hora de debatir, elegir, y votar, entre tantas otras actividades sociales.
Todo hecho social es político. Pero la política no es la pelea mediática entre candidatos de distinta procedencia. Si buscamos de qué se trata en los orígenes veremos que la política es lo que ocurre desde las comunidades más ancestrales de la historia de la humanidad y tiene un profundo anclaje en las distintas líneas de parentesco que se han dado en diversas tribus y clanes. Por lo tanto, la política es lo que ocurre con el límite: lo que está y no está permitido dentro de un marco territorial, por ejemplo. Es lo que sucede cuando intereses diversos se enfrentan, de ahí que la política es también nuestra capacidad de debatir, de intercambiar puntos de vista, opiniones y buscar una solución a los problemas que nos oprimen como sociedad. La política es lo que nos hace humanos. Hasta nos dignifica como semejantes en nuestra diversidad, si ocurre en un espacio de debate sano y constructivo.
¿Y cuál sería ese espacio de debate sano y constructivo? Ese donde los candidatos de todos los frentes expongan sus propuestas de gestión y sus puntos de vista en un espacio donde bailar o entretener no banalicen sus propuestas ni subestimen a esa masa amorfa votante. Y para evitar que nos vean como masa amorfa es necesario ser críticos, pero no necesariamente desde lo combativo sino desde que entendemos que es una herramienta para defendernos de los engaños y manipulaciones mediáticas.