Redacción El Destape
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
@ischargro
"¿Cómo podemos arreglar? Te doy un palo verde." El gentil ofrecimiento del médico Christian Darío Montero al funcionario de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) le sumó una denuncia por cohecho a la imputación por infracciones al régimen penal cambiario que había obtenido por comercialización ilegal de divisas en la cueva que comandaba en Avenida Triunvirato al 3900.
El de Montero, de 42 años, es uno de los insólitos episodios que vivieron los funcionarios de la Procelac y la Unidad de Información Financiera (UIF) en el marco de los 70 allanamientos que hizo la oficina que dirige Carlos Gonella en estos casi dos años de investigación. El departamento del médico estaba instalado como un consultorio y tenía instrumental quirúrgico en desuso, pero en realidad allí funcionaba la Consultora Financiera Urquiza. "Tenía una bolsa de consorcio con U$S60 mil y 4 mil euros, e intentó eliminar la prueba tirándola al patio del inmueble de al lado. Lo denominamos medico cambista, porque hacía operaciones ilegales de cambio", bromeó con El Destape un funcionario de la Procelac que estuvo en el operativo. Montero irá próximamente a juicio oral y público en la justicia federal por el intento de coima.
Una cueva para bronceados
Otro caso particular se dio en un solárium ubicado en Aráoz casi esquina Corrientes. El boliche funcionaba en un edificio de dos pisos; en el primero, que miraba a la calle, daba la impresión de ser un local con la instalación apropiada para las señoras de la zona, con camas solares de muchos watts y lámparas faciales. Pero en el piso de arriba, ocultos, tenía los box típicos para hacer operaciones marginales. Cuando los efectivos allanaron el primer piso y abrieron las camas solares desenchufadas encontraron U$S100 mil y 35 mil euros, situación que le provocó un episodio de taquicardia al dueño de la cueva.
La agencia de cambio ilegal tenía un sistema de seguridad con cámaras en la vía publica que tomaba imágenes a veinte metros del local y retransmitían hacia adentro en televisores. Dentro de la cueva, y armado, un efectivo retirado de la Policía Federal monitoreaba todos los movimientos de la calle.
La escena se repitió en varios locales que se utilizaban como pantalla de comercios, pero realizaban operaciones de cambio ilegal de divisas. Los últimos episodios ocurrieron en un local de numismática en Scalabrini Ortiz y Cerviño, una tienda de venta de artículos de ropa deportiva y una joyería.